Ambrosía

Para otros usos de este término, véase Ambrosía (desambiguación).
La comida de los dioses en el Olimpo. Pintura decorativa de un plato, atribuida a Nicola da Urbino (ca. 1480 – 1540/1547). Obra de 1530.

En la mitología griega, la ambrosía (en griego, ἀμβροσία) es una sustancia asociada a los dioses, considerada generalmente la comida o bebida de estos. La palabra deriva del griego ἀμ- (an-, ‘no’) y βροτός (brotόs, ‘mortal’) y significa, literalmente, «inmortalidad».[1]

Interpretaciones

El investigador clásico británico Arthur Woollgar Verrall, negó que hubiera algún ejemplo claro en el que la palabra ambrosios significara necesariamente ‘inmortal’, y prefirió interpretarla como ‘fragante’, un sentido que a su juicio resulta más adecuado.[cita requerida] De ser así, la palabra podría proceder del semítico MBR (‘ámbar’, compárese con ‘ámbar gris’), al que las naciones orientales atribuían propiedades milagrosas.[cita requerida]

W. H. Roscher cree que tanto el néctar como la ambrosía eran tipos de miel, y que su poder de conferir la inmortalidad se debería a las supuestas propiedades curativas y limpiadoras de la miel, ya que la miel fermentada (hidromiel) precedió al vino como enteógeno en el mundo egeo.[2]​ Sin embargo, Onians señala que la miel tiene su propio nombre en griego y no se consideraba una sustancia sagrada, sino común, a la libre disposición de los hombres. Tras estudiar los pasajes homéricos que mencionan la ambrosía, Onians concluye que esta es una contrapartida divina del aceite o grasa que utilizan los seres humanos, y que los dioses la utilizaban para múltiples usos: comerla (Od. 5. 93ss. y 199), lavarse con ella (Il. 14. 170), ungir el cuerpo (Il. 16. 669ss., 679ss.), imbuirla en las narices de un cadáver para que este no se pudra (Il. 19. 26, 38ss.) e introducirla junto con néctar en el pecho de Aquiles para que este no sufra los efectos del ayuno (Il. 19. 347 ss.). En el Himno homérico a Apolo (versos 123ss.), la ambrosía, aunque líquida, se come, y en el Himno a Deméter la diosa unge al niño Demofonte con ambrosía y de este modo lo alimenta (versos 235ss.).[3]

También para A. Ballabriga (1997: 124) la ambrosía es el equivalente divino del aceite, como (a juicio de Onians y Ballabriga) el néctar lo es del vino, siendo ambos sustancias líquidas.[4]

Según Píndaro, una de las impiedades de Tántalo fue ofrecer a sus invitados la ambrosía de los inmortales, un robo parecido al que cometió Prometeo, como señaló Karl Kerenyi (en Héroes de los griegos). Circe mencionó a Odiseo que una bandada de palomas llevaba la ambrosía al Olimpo.[cita requerida]

Por derivación, se llamó Ambrosia (plural neutro) a ciertos festivales que se celebraban en honor de Dioniso, probablemente por la predominancia de los banquetes relacionados con ellas.[cita requerida] La ninfa Ambrosia era la madre adoptiva del dios Dioniso.

La ambrosía está relacionada con la amrita hindú, una bebida que confería la inmortalidad a los dioses.[cita requerida]

Véase también

Bibliografía

  • Ballabriga, Alain (1997): «La nourriture des dieux et le parfum des déesses», Mètis. Anthropologie des mondes grecs anciens, vol. 12, pp. 119-127.
  • Onians, Richard Broxton (1994): The origins of European thought about the Body, the Mind, the Soul, the World, Time and Fate, Cambridge University Press, cap. 9, «Nectar and Ambrosia» (pp. 292-299.
  • Ruck, Carl A.P. y Danny Staples, El mundo de la mitología clásica, 1994
  • Encyclopædia Britannica 1911: Ambrosia

Notas

  1. Pierre Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque s.v. βροτός, señala que el adjetivo ἀμβρόσιος se opone a βροτός y se aplica como epíteto a todo aquello que concierne a los dioses, como sus cabellos, sandalias, aceite, etcétera; de este adjetivo deriva el sustantivo ἀμβροσία, que se refiere sobre todo a la comida de los dioses.
  2. La Gran Diosa de Creta en algunos sellos minoicos tenía cara de abeja: compárese con Mérope y Melisa.
  3. Onians 1994: 293-294.
  4. Ballabriga se remite a los ejemplos en que los dioses utilizan la ambrosía no para comer o beber, sino para lavar o ungir el cuerpo. Así, en el canto XIV de la Ilíada, donde se describe el comienzo del baño de Hera con estas palabras: «Primero, con ambrosía la seductora piel / lavó de toda inmundicia» (14: 170-172; tr. Emilio Crespo).

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